Dignidad humana y genética

  1. Giner Rommel, Gisela
Dirigida por:
  1. Rafael Junquera de Estéfani Director/a

Universidad de defensa: UNED. Universidad Nacional de Educación a Distancia

Fecha de defensa: 01 de febrero de 2016

Tribunal:
  1. Ana María Marcos del Cano Presidente/a
  2. Iñigo de Miguel Beriain Secretario/a
  3. Francisco Javier de la Torre Díaz Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

Abordar la dignidad humana desde cualquier punto de partida ciertamente resulta un reto intelectual, condenado además, desde sus inicios, al trágico final de la controversia. Comenzando por la profunda paradoja que nos hace sentir el contrastar su significado más excelso con la triste realidad del acontecer humano. Es precisamente esta ambivalencia histórica, y aún incluso actual en la construcción de nuestro mundo, la que abre con toda crudeza las primeras páginas de esta tesis doctoral. El desánimo y el escepticismo se apoderan de nosotros, e igualmente inundan el panorama y la reflexión filosófica contemporánea: ¿Cómo es posible que, ante esta letanía de horrores, defendamos la dignidad a modo de un valor intrínseco e indisponible, indisolublemente unido a cada individuo humano? De este comienzo parece desprenderse de estas líneas cierto halo de posmodernidad filosófica y con él, una equivocada idea de nuestro posicionamiento en torno a la dignidad humana. Nada más lejos de nuestra intención: nuestra postura se vertebra bajo la firme convicción de que resulta necesario continuar apostando por la defensa de la dignidad y los Derechos Humanos de ella dimanantes, en una concepción humanista de lo que significa el hombre y su mundo. Sin embargo, también resulta cierto que como testigos de la realidad de nuestro tiempo, tampoco podemos seguir manteniendo una visión estática e inamovible y en este sentido "tradicional" de la dignidad humana. Ella precisamente se sostiene en una visión filosófica esencialista, dualista, racional y profundamente antropocéntrica que ha dominado nuestro panorama filosófico, imponiendo su hegemonía e iluminando las formas de organización social, política y económica de nuestra civilización occidental. A su lado y como bien comprobamos, surgen las grandes problemáticas a las que debemos enfrentarnos, tan graves como la propia pervivencia de nuestra especie: en un planeta prácticamente esquilmado, donde la mayoría de seres vivos, sean o no humanos, sufren una vida ciertamente indigna. Es precisamente por ello por lo que mantenemos una postura intermedia, con un pie en cada orilla filosófica, que nos lleva a determinar, junto a la defensa de la dignidad humana, la necesidad de repensar los parámetros en los que la misma ha sido construida y mantenida hasta hoy. Precisamente serán los dilemas y la profunda problemática generada por el desarrollo espectacular de las ciencias de la vida, concretamente la genética, y toda la tecnología creada en su seno la que, lejos de avocarnos a un nuevo reduccionismo en la comprensión de lo humano, nos brindará la oportunidad de confirmar tanto las conquistas éticas humanas como nuevas y renovadas formas de entendernos, precisamente en la dirección antes anunciada. La genética no sólo no pone en tela de juicio la dimensión libre y moral del hombre, imponiendo una visión biológica "todo explicativa" capaz de llegar hasta el último reducto de la realidad humana, sino que su carácter esencialmente abierto, maleable y flexible, nos permite seguir manteniendo la "humanidad" del hombre: su esencial libertad. Es ella la que sostiene esta condición bifronte, esta ambivalente dualidad de la naturaleza humana, siempre tensionada entre lo sublime, su dignidad, y su capacidad de maldad. Pero sólo así somos verdaderamente humanos. El reto de nuestro tiempo consiste en convertir la intensa y a veces sobrecogedora posibilidad de futuro que anuncian las nuevas biotecnologías, en una nueva oportunidad que permita al hombre conquistar mayores cotas de dignidad. Frente a un escenario fatalista en el que la biotecnología imponga frías formas de instrumentalización, cosificación y perfección de lo humano, con su punto álgido en la propuesta evolutiva transhumanista y su "robo sapiens", también cabe otra posibilidad, que oponemos a ella: la "rehumanización" de este proceso, su puesta al servicio del ideal humanista renovado y, con ella, la pervivencia del "homo humanus".