Energía, cambio climático e inversiones

  1. Sodupe Corcuera, Kepa
  2. Río, Belén del
Revista:
Política exterior

ISSN: 0213-6856

Año de publicación: 2015

Volumen: 29

Número: 168

Páginas: 150-160

Tipo: Artículo

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Resumen

Con un consumo energético que no dejará de crecer, sobre todo por parte de economías en desarrollo, el equilibrio entre oferta y demanda y las inversiones necesarias para lograrlo dependerán de los acuerdos que se tomen en la Cumbre del Clima de París. Son muchos los organismos internacionales que elaboran regularmente proyecciones energéticas a largo plazo. Entre las más conocidas están las de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que en el World Energy Outlook 2014 cubre el periodo 2012-40 y, como es habitual, define diferentes escenarios dependiendo de asunciones diversas. En lo sustancial, estas proyecciones pretenden trazar la trayectoria de la producción y el consumo de energía con el objeto de que las disparidades entre ambas sean lo menor posible en el periodo señalado. Pero ¿cuáles son las proyecciones de inversión? Conocerlas es fundamental a la hora de lograr cualquier equilibrio a largo plazo entre demanda y oferta. Al no existir dificultades de orden físico, las principales incógnitas residen en que las inversiones necesarias habrán de realizarse en un contexto de alta incertidumbre. En segundo lugar, las inversiones están relacionadas con la consecución de los objetivos en el terreno de las emisiones de CO2. En la actualidad, las exigencias sobre la inversión son mayores porque, además de actuar sobre la producción, deberán respetarse los compromisos internacionales respecto al cambio climático. La clave del equilibrio entre oferta y demanda Las previsiones de la AIE, en su escenario de "Nuevas Políticas", estiman que la demanda de energía primaria mundial crecerá aproximadamente un 42% entre 2012 y 2040. Más del 99% de este crecimiento tiene su origen en países no miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), lo que significa que su participación en el consumo total de energía ascenderá al 70% en 2040. Todos los informes coinciden en que las fuentes de energía - fósiles y no fósiles - verán incrementada su demanda, aunque se observen variaciones significativas en el peso relativo de cada una de ellas. El gas y sobre todo las renovables serán las que más progresen. Les seguirá la energía nuclear. De manera contraria, el petróleo y el carbón, aun incrementando su consumo, verán retroceder su participación en la estructura energética mundial. A pesar de ello, los tres combustibles fósiles, con porcentajes prácticamente idénticos, representarán el 74% de la demanda mundial en 2040. Sin tener en cuenta los depósitos internacionales, el petróleo pasa del primero al tercer puesto, detrás del carbón y el gas. No obstante, las cifras mundiales ocultan realidades muy dispares. Una simple división entre países OCDE y no OCDE pone de relieve las diferencias en el peso relativo de cada una de las fuentes en sus respectivas matrices energéticas. Centrándonos exclusivamente en los datos de 2040, cabe destacar que, del lado de la OCDE, para esa fecha, el gas ya se habrá convertido en la fuente más importante, superando al petróleo, que quedará en segunda posición. Además, las renovables desplazarán al carbón de la tercera plaza. Del lado de las economías no OCDE, el carbón figura a la cabeza, por delante del petróleo. Las renovables ostentan el cuarto lugar, tras el gas. Finalmente, pese al avance de la energía nuclear en estas economías, su importancia relativa será todavía menos de la mitad de la que corresponde a los países OCDE.