"Cominciamo Bene"vaciar el sujeto y rechazar la representación en el teatro

  1. Loreta de Stasio 1
  1. 1 Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea
    info

    Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea

    Lejona, España

    ROR https://ror.org/000xsnr85

Revista:
Tropelias: Revista de teoría de la literatura y literatura comparada

ISSN: 1132-2373

Año de publicación: 2020

Título del ejemplar: La escritura como estuario de la crítica. Textos in honorem Túa Blesa

Número: 7

Páginas: 371-382

Tipo: Artículo

Otras publicaciones en: Tropelias: Revista de teoría de la literatura y literatura comparada

Resumen

Poniéndose a prueba con el proyecto de Artaud,y actuando y realizando el pensa-miento de Gilles Deleuze1, en los años sesenta se manifiesta en el teatro italiano el fenómeno del actor, autorydirector más controvertido e inclasificable del teatro europeo reciente: Carmelo Bene. El prolífico autor teatral ―nacido en 1937 en Salento (provincia de Lecce, Apulia), el tacón de la bota italiana (“Il sud del Sud”) y fallecido en 2002―es conocido por la mayoría como un personaje ambiguo y particularmente excéntrico que se impuso contra el teatro tradicional y contra la misma vanguardia. Y aún hoy, dieciocho años después de su muerte, sigue suscitando muchointerés y dudas.Su teatro rechaza el texto, la palabra con todos sus significados que se reproducen gracias a la representación tradicional ―con todos sus agentes: autor, director, actor y público―. Bene rechaza una concepción del arte que en el teatro occidental se ha estancado perpetuando la imitación según los preceptos aristotélicos, impidiendo así la creación libre y liberadora. Según Piergiorgio Giacché, Carmelo Bene es el único que coloca su actorialidad por encima de cualquier otra función y vocación teatral ―es decir, más allá del autor y contra el director―, acepta la soledad del actor para celebrar su libertad y la del arte teatral. Sin embargo, Carmelo Bene lleva a cabo también la liberación en el teatro de los significantes sobre los que impone su voz con sus modulaciones y amplificaciones, para desaparecer y “perderse” en el artificio de la “Máquina actorial”2.